martes, 1 de octubre de 2013

OBLIVION contra la TECH-nología



Oblivion es una película incompleta. Joseph Kosinski ha pasado de un cómic de 15 páginas a una película de 124 minutos, pero no ha sabido desarrollar los personajes, el entorno ni la historia. Una pena. Aun así la película está bien. Los dos o tres primeros minutos, en los que una voz en off cuenta qué pasó en la Tierra, o se supone que pasó, prometen una cinta con algo más que motores y explosiones. Pero según se va desarrollando la cinta, la película cae en una sucesión de tópicos que esconden un enigma a medias. Y digo a medias porque no está mal construido el “engaño” sobre el que descansa el Oblivion, el olvido, aunque se ve venir casi a la mitad del metraje.

El guión es bastante sencillo. Un humano, Jack Harper (Tom Cruise), cuenta que la Tierra fue invadida y destruida; al principio se cree que por una raza aliens, pero luego sabemos que fue una máquina que busca energía para sobrevivir. El invasor destruyó la Luna, lo que provocó desastres naturales que acabaron con la Humanidad y cambiaron la faz del planeta. En la guerra, el Hombre utilizó bombas atómicas y ganó, o eso cree el humano que habla.
Los supervivientes fueron enviados a Titán, la luna de Saturno, y borrada su memoria. Luego nos enteramos de que todo es mentira, y que el olvido (Oblivion) es un engaño para saquear el planeta. Lo que parecía ser, no es, y la mente y la naturaleza son superiores a los ingenios del hombre y de sus máquinas. Jack Harper tiene recuerdos de lo que fue su vida antes de la invasión de Tech. Y son esos recuerdos lo que hacen que su programa genético falle, y “traicione” a Tech. No es original, aunque sí atractiva. Por cierto; Luis Martínez, de El Mundo, ha señalado a Oblivion como el “evangelio de la cienciología”, pero una vez más, y como vimos en la reseña de After Earth, son afirmaciones sin argumentación, citado como reclamo del internauta.




Otros han criticado que en la película haya referencias a otras como “Moon”, “Matrix”, “El Planeta de los Simios”, “Mad Max”, “Star Wars”, “Star Trek”, “Alien”, “2001. Una odisea del espacio”, “Cuando el destino nos alcance”, “El último hombre vivo”, “Blade Runner”, “Desafío total”, “Solaris”, “Doce monos”, “Inteligencia Artificial”, “Soy leyenda”, o “Wall- E”. Vale. ¿Y qué? La cultura no surge de la nada. “Lo que no es tradición, es plagio”. En filmaffinity hay quien dice que parece un episodio de Futurama (chiste sólo entendible en el mundo friki). Las críticas, sin embargo, han pasado por alto algunas referencias literarias, como podría ser “Planeta solitario”, de Murray Leinster, que cuenta el recorrido de un planeta “vivo” por el Universo para absorber la energía y dominar a otros.

Lo valorable en una película es, al menos, la coherencia argumental, la construcción de los personajes y el ritmo narrativo. Sin embargo, en Oblivion el protagonista sigue intrigando aun después de terminada la película; es decir: ¿Quién es en realidad? ¿El verdadero astronauta o un clon? Tech, el ser que transita por el Universo apoderándose de la energía de planetas, es un ente distante del que al final no sabemos nada. Los “scavengers”, supuestos alienígenas que finalmente son los verdaderos humanos supervivientes, son desperdiciados vilmente por los guionistas. En fin; sabemos que es imposible ser original, pero si estaría bien construir guiones más cuadrados, o cerrados, y que los productores no confíen todo meramente en el cartel de actores o en los fenomenales efectos especiales.

Además, la película es antigua en el tratamiento del “héroe”. Particularmente me aburre el tío guapo, listo, aguerrido, con corazón y que, además, salva al mundo (todavía no he visto “Guerra Mundial Z”, de Brad Pritt, pero será más de lo mismo, lamentablemente). Se echa de menos un poco en la ciencia ficción de ahora a los “antihéroes” como protagonistas; lo que sigue suponiendo una infantilización del género que hay que corregir con urgencia. Tampoco es muy rompedora la historia: invasión alien que se lleva su merecido final. Menos aún el entorno: la ciudad de Nueva York (hombre, no van a poner Benidorm, pero un poquito de sorpresa en la localización no estaría mal).




La historia tiene cierto aire conservador, de vuelta al contacto directo del Hombre con la naturaleza. De ahí las referencias al libro Cantos populares de la Antigua Roma, de Thomas Macauly, basado en la resurrección de la vieja sociedad, por la cual el hombre había de sacrificarse, llegando incluso a la entrega de su propia vida. “Todos morimos –dice Jack Harper (Tom Cruise)-, pero lo importante es elegir cómo lo hacemos”; una gran frase que enlaza con Macauly, cuando pone en boca de Horacio el sacrificio de la vida por la “ceniza de los padres y los templos de nuestros antepasados” (no es literal). Es la salvación de la patria frente al bárbaro, de la civilización frente al expolio, de la Humanidad frente a Tech. No es gratuito que la malvada máquina invasora utilice las cuatro primeras letras de “technology”. La tecnología destructora de la naturaleza y, por tanto, del Hombre.

En fin; nos encontramos ante una película entretenida, de la que el buen aficionado a la ciencia-ficción puede ir sacando referencias cinéfilas y literarias, con una buena interpretación de Tom Cruise y de las dos chicas -Olga Kurylenko y Andrea Riseborough-, y una dirección mediocre de Joseph Kosinski. 

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