domingo, 7 de octubre de 2012

EL QUINTO ELEMENTO (Luc Besson, 1997)


Me cae bien Bruce Willis. Sí; ya sé que para la progresía y el crítico delicatessen esto es una blasfemia, pero me la trae floja. Sus películas son entretenidas. Ramón Langa, el actor que le dobla, lo borda, y sus personajes, que casi siempre son él mismo, molan. Ha hecho unas cuantas películas de ciencia ficción; alguna mala, Armaggedon, y un par buenas, Doce monos y Los sustitutos. Es mucho más de lo que pueden decir muchos que van de guays. Luc Besson le contrató para El quinto elemento, que él mismo escribió, y le hizo acompañar de Milla Jovovich, nuestra querida prota de Resident Evil, y que aquí hace de “quinto elemento”.

Egipto, 1914. Un arqueólogo descifra un jeroglífico. Tres planetas en conjunción permite que se abra una puerta por la que pasa el Mal cada 5.000 años. Agua, tierra, fuego y aire alrededor de un quinto elemento.
Un arma contra el Mal. Pero cuando un monje les va a envenenar aparece una nave espacial, llena de aliens que van a visitar la excavación. Vienen a recoger unas piedras porque ya no están seguras ahí escondidas. La guerra se acerca, dice el tipo. Volverán en 300 años, cuando el Mal regrese. El alien, propio de la Guía delautoestopista galáctico, la palma encerrado en la tumba egipcia –¿Tanta civilización y no pueden sacarlo haciendo palanca? De coña-.

Besson nos sitúa entonces en un momento de la civilización humana en el que somos como ahora, pero con robots y coches que vuelan. Nos presenta a los personajes, uno a uno, y nos da pinceladas de sus personalidades para que podamos entender lo que sucede a continuación. Hasta aquí no hay nada nuevo ni sorprendente, y solamente la calidad de los actores puede hacer al espectador permanecer delante de la pantalla. Además de esto, hay alguna frase buena, como cuando se oye: "El tiempo no es importante, sólo la vida es importante". 

Políticos tontos, militares inútiles, todo tocado con un toque irónico insuficiente. Besson no supo decidirse por una película seria o reírse de sí mismo. Da la impresión de que dependía de cómo se levantara esa mañana. 


¡Ah! ¡El Mal! El Mal está representado por un planeta que crece según lo bombardean. Solamente los "Sondosagua" -alien buenos, pero torpes- con su quinto elemento, el creador de vida, pueden acabar con el Mal. Sin embargo, cuando los sondosagua -suena así pero no sé si se escribe así, y tampoco merece la pena buscarlo en internet- están a punto de llegar a la Tierra, unos mercenarios espaciales -ridículos disfraces a más no poder- lo destruyen. Finalmente, el gobierno terráqueo consigue una parte del cuerpo del alien a partir del cual pueden reconstruirle, nuestra chica, la Jovovich. Y aquí empiezan las persecuciones con Korben Dallas (Bruce) y Leeloo (Milla), entrelazando el amor con la salvación del planeta.



El malo, siempre hay uno, ha sido el que ha matado a los aliens y quiere las piedras. Es Zorg, un malo de opereta, histriónico, con un plástico en la cabeza y un flequillo a lo Adolf Hitler.

La peli está llena de chorradas -a veces parece el bodrio La loca historia de las galaxias (Spaceballs, 1987)-, como cuando Zorg se atraganta con una cereza, el insecto con una cámara espía, el ejército de pega –a lo Tropas del espacio, de Verhoeven-, el personaje insoportable del locutor negro –interpretado por Chris Tucker-. Luc Besson quiere tomarse a broma el tema, hacer una parodia, o no, pero le da seriedad a las escenas de acción. El resultado es una película patética a ratos, con unos actores excelentes –Willis, Jovovich, Gary Oldman y Ian Holm-, y a otros cansina, con un presupuesto gigante, y un guion de fondo totalmente desaprovechado. A pesar de esto, o quizás gracias a ello, la película fue un éxito en taquilla y obtuvo toda clase de premios César -galardones franceses para pelis francesas-. Cualquier día de estos me doy un premio a mi mismo. 

2 comentarios:

  1. Coincido contigo. Puede que sea una chorrada pero es entretenida y el diseño de producción -en el que, si no me falla la memoria, intervinieron Moebius y Jean Claude Mezieres- es muy bonito. Un blockbuster algo diferente -creo que los americanos hubieran hecho algo diferente a Luc Besson-. Y, al fin y al cabo, estos son los que sostienen la industria para que de vez en cuando puedan pagar proyectos más arriesgados.

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    1. Los dioses te oigan, porque últimamente, con tanto remake y saga, no vemos proyectos arriesgados. Quizá sea el miedo al fracaso.
      Saludetes

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